No está marcado en ningún mapa: los sitios de verdad no lo están nunca.

En este bicentenario del nacimiento de uno de los grandes autores de la literatura universal, aprovechamos para recordar su vida y su obra más emblemática, Moby Dick.

La vida de Herman Melville lo obligó a embarcarse desde pronto: después de trabajar en un banco desde muy joven, obligado a dejar sus estudios por la muerte de su padre, se embarcó con los dieciocho años hasta que llegó a su primer ballenero con veintidós. Desertó un año después, y acabó en una isla de caníbales donde fue vendido a otro ballenero. Estuvo encarcelado unos meses por amotinamiento, hasta que acabó en su tercer ballenero. Más tarde, fue marinero raso para la marina, hasta que finalmente pisó tierra, tres años y nueve meses después. Como vio que sus historias triunfaban entre amigos, se decidió a escribir Typee y Omoo, dos libros de aventuras que le abrieron las puertas a los círculos literarios de Nueva York. Se pasó un tiempo colaborando en una revista literaria, lo que le permitió leer muchísimas obras, como algunas de Hawthorne que le impactaron profundamente. Con treinta años, después de dos años sin parar de escribir, publicó Moby Dick, que en un futuro lo convertiría en un escritor atemporal, pero que en la época fue un fracaso. Esto le marcó para siempre. A los cuarenta y siete años, en 1866, empezó a trabajar como inspector de aduanas hasta que falleció, completamente olvidado, en 1891, tanto que le llamaron Henry y no Herman en las necrológicas.

Por fortuna, en los años veinte su obra empezó a revalorizarse, hasta convertirse en la figura reconocida de la literatura universal que es ahora.


Llamadme Ismael. Así comienza Moby Dick, esta monumental obra sobre la travesía de un ballenero en busca de la gran ballena blanca. El capitán del barco, Ahab, es un hombre obsesionado con la venganza, porque esta ballena le arrancó la pierna, que ahora reemplaza con un trozo de mandíbula de un cachalote.

Considerada una de las grandes obras de la literatura universal, Moby Dick es en el fondo una gran metáfora de la naturaleza humana, de la búsqueda constante del hombre de algo que siempre se escapa; de la fina línea entre el bien y el mal.

Una editorial con un nombre como Kraken no podía perder la oportunidad de echarse a la mar y pescar para su catálogo esta adaptación al cómic de Moby Dick, lanzada este mismo año. Janne Toriseva, el autor de esta adaptación, ha sabido plasmar en imágenes cuidadas y en diálogos directos los muchos matices de la obra original: el simbólico Pequod, la ira imborrable en el rostro de Ahab, las dudas de Ismael, la lealtad de Queequeg y el aterrador y misterioso Moby Dick. A diferencia de la obra original, de un marcado carácter enciclopédico, en esta versión Janne Toriseva vierte toda la parte documental en los dibujos, y los diálogos centran la mayor parte de su atención en los personajes, su camaradería y sus enfrentamientos, tanto internos como entre ellos, así como en el componente cíclico que envuelve a toda la obra.

Respetuoso con la obra original pero con libertad para profundizar en la historia, Toriseva nos adentra sin concesiones en la irónica tragedia de esta tripulación con un destino sellado desde el principio.

La ballena se publicó el cinco de abril en toda España.

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